Esto simboliza el andrógino, es decir, la piedra filosofal,
el fin de la obra. Según Pernety «andrógino»
o «hermafrodita» es el «nombre que los químicos
herméticos dan a la materia purificada de su piedra después
de la conjunción. Es propiamente su mercurio, que ellos llaman macho-hembra,
Rebis». La posición de las manos en forma de
vagina sugiere la posibilidad del nacimiento regenerador. Señalemos
que la Y griega era uno de los símbolos más importantes entre
los pitagóricos, que veían en las dos líneas diagonales
de la misma una representación de las puertas solsticiales de verano
e invierno, puertas que abren y cierran el ciclo anual, análogo
al ciclo cósmico. Esas dos puertas son también las de la
iniciación o renacimiento, correspondiendo el solsticio de verano
a la «puerta de los hombres» (los pequeños misterios),
y el solsticio de invierno a la «puerta de los dioses» (los
grandes misterios).
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