Esta xilografía lleva el significativo título
de "El tercer nudo", y es un arabesco entrelazamiento de nudos que recuerdan
el trazado del laberinto iniciático. Se sabe que el laberinto es
un símbolo que describe el largo proceso iniciático del ser
a la búsqueda de su propio centro espiritual. Es también
un mandala o imagen del mundo, cuyo movimiento de expansión
y concentración queda ordenado a partir de un punto central. Este
doble movimiento es el solve et coagula de la gran obra hermética,
es decir la disolución (muerte) y coagulación (nacimiento)
que condicionan la existencia de todas las cosas. Algunos autores afirman
que Durero perteneció a una organización artesanal de tipo
esotérico (como las que eran frecuentes en aquella época),
y de la que presumiblemente era el jefe o maestro. Esto podría explicar
por qué en este grabado la firma de Durero aparece en el centro
del mismo, como de hecho también ocurría entre las corporaciones
de constructores, donde en ocasiones el maestro arquitecto que dirigía
los trabajos hacía inscribir su nombre en el centro del laberinto
trazado en el embaldosado de las catedrales y templos. Los nudos que rodean
el nombre de Durero estarían representando a los propios miembros
de la organización esotérica, que de esta manera quedarían
"enlazados" o "anudados" alrededor del maestro que impartía la enseñanza.
Esto explicaría igualmente algunas pinturas y grabados donde aparece
la figura de Durero destacada y en un lugar casi siempre central, lo cual,
y a pesar de las apariencias, no debe ser considerado como una prueba de
narcisismo o "vanidad de artista".
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