"Intentar
penetrar el misterio, es la única
manera
que
nuestras
inteligencias
tienen
de honrarlo".
Matgioi, La
voie métaphysique (Ed. Traditionnelles,
p.63).
"En
el dominio de la existencia corporal, la manifestación de la vida se percibe mediante la actividad
de la materia en movimiento vibratorio, siendo el primer efecto de este
movimiento darle la forma" (según René Guénon, "Les
conditions de l'existence corporelle", en: Mélanges.
Ed. Gallimard, p.118).
Mediante un proceso
de extracción
intelectual que le es propio, el ser individual, en tanto que término
medio entre el cielo y la tierra, particulariza esta manifestación
vital sublimando la materia mediante un acto de re-integración armónica
de ésta en el orden universal, en lo cual consiste propiamente el
Arte verdadero.
De hecho, toda sustancia, cualquiera
que sea, participa entonces de la Perfección Divina en grado más
alto ya que, en virtud de su papel privilegiado de soporte relacional,
el ser individual recapitula la expansión creadora mediante su actualización
de la virtualidad rítmica en un efecto estructurado y sensible.
Estando determinado por su relación con la gravedad existencial,
comunica en cierta manera a la sustancia el grado más o menos denso
de su nivel de ser, no perteneciendo este grado ni a dominio alguno de
la manifestación ni a la materia física como tal, sino a
la individualidad del "creador".
Si la curva constituye la huella
normal de un movimiento de propagación ondulatorio en un medio dado,
el puente puede considerarse como una fijación o una representación
en modo estático de este movimiento, verdadera "petrificación" o
materialización singular de la vibración elemental amplificada.
Manifestando el ritmo de modo determinado,
puede ser visto igualmente como el producto terminal debido a la acción
del elemento esencial activo que es el intelecto, sobre el elemento sustancial
pasivo que es la materia: traduciendo así las leyes de la arquitectura,
en su dominio, la relación de causa a efecto o de la esencia
a la sustancia dado como supuesto que esta manifestación particular
de las leyes generales que rigen el mundo manifestado se sitúa por
completo en el interior del plano de la curva cíclica, y que se
trata pues aquí de una sola homología, por proyección
intelectual diferenciada.
Perpetuando el impulso del pensamiento
creador, esta vibración rítmica "solidificada" aparece
como una exteriorización del ser (a imagen de la actualización
de las posibilidades de la manifestación universal): en su orden
y por esta razón, ella pertenece pues necesariamente a las condiciones
particulares del tiempo y del espacio que son aquellas a las que está sometido
el que concibe.
Pero, esta representación
geométrica del movimiento ondulatorio, en virtud de su función
de salto de una orilla a la otra, simboliza expresamente la función
de intermediario divino que es la del "constructor de puentes" y
permite trascender esas condiciones particulares de la existencia corporal;
ya que, el arco de unión, identificándose así con
la medida de la manifestación o despliegue de la Posibilidad
Universal puede ser comprendido como la resolución de una
totalidad (la de los estados de realización), identificándose
con el reconocimiento de la Suprema Unidad.
Cuando el puente "se realiza" en
diferentes arcos, el encadenamiento de éstos puede asimilarse a
los estados jerarquizados del ser; pero, siendo el fin esencialmente el
paso de una orilla a la otra en un determinado sentido la vanidad
de una parada intermedia es implícitamente reconocida como inaceptable,
y hasta temeraria; puesto que estos mismos arcos, unidos en la superficie
por un revestimiento rectilíneo, se hallan por ello mismo sintetizados
y como directamente unificados.
La función de relación que
es aquella misma del "Pontífice" existe en acto
en la vibración "estática" cuando ésta
es concebida efectivamente como determinación singular de la pulsión
cósmica: de este modo ella aparece como pudiendo servir de soporte
al acto incantatorio, con la intención de un retorno conceptual
del ser hacia su medio de origen; ya que, si el campo espacial es el de
las proporciones y la perspectiva que hacen inteligible lo que
era primero ininteligible el puente "realizado" deviene
en cierta manera, y en retorno, fuente de intelectualización para
aquel cuya re-orientación ha sido hecha anteriormente efectiva.
En este sentido, se puede concebir al "constructor de puentes" como
un verdadero artifex, trascendiendo la simple función social
en la que participa exteriormente, mediante la plena conciencia del papel
de "transmisor" que le es propio: permitiendo el efecto cualitativo
de la obra de arte así realizada que el ser "diferenciado" rebase "el
accidente físico" representado por el dibujo de la onda en
su "materialidad", para acceder a una comprensión más
intensa y más sutil del estado de homogeneidad primordial del mundo
manifestado.
Para hacer esto, se trata esencialmente,
para el ser, de llegar a lo que se podría llamar una "coincidencia
interior", es decir a una armonía de las vibraciones rítmicas
internas y de la pulsión cósmica determinada empleada
accesoriamente como soporte del acto interior, y siendo comprendida la
incantación como "una aspiración del ser hacia lo Universal,
teniendo por fin obtener una iluminación interior". (René Guénon, L'homme
et son devenir selon le Vêdanta, p. 164, nota 4).
Si en la figuración estática
del movimiento ondulatorio el soporte es de orden visual, allí donde
el grado de condensación rítmica es más sutil, el
soporte será de orden auditivo: como cuando se trata del "compás" musical
por ejemplo, o de la "cadencia" poética, que pueden
ser considerados uno y otra como equivalentes sonoros del arco de unión
en modo manifestado, pero, podría decirse, en un grado de fijación
menor (en el lenguaje ordinario, la "incorporación" del
significado es más pesada y más individualizada, de manera
que esta modalidad de la expresión se vuelve por ello mismo impropia
para el acto contemplativo).
Es decir, que un ritmo particularizado,
tomado como soporte de estructuración de las vibraciones rítmicas
internas, no es exclusivo de tal o cual dominio particular de la "creación" artística,
sino que pertenece al Arte como tal o, más bien, que es como su
expresión y su característica; de manera que para el ser
desligado de la sobre-entrega a los elementos subversivos exteriores, manifiesta
al más alto grado la exteriorización de las posibilidades
de la manifestación universal; siendo finalmente el objetivo último
lo que podría llamarse una "reabsorción de este ritmo" con
el fin de llegar a una comprensión intelectual directa del estado
de pura indiferenciación primordial.
Traducción:
Miguel A. Aguirre
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