Es
incongruente que un iluminador hable hoy de su arte y no se dé a
conocer, pero no lo es que un iluminador se esconda. Ya sea que no firme
sus obras, ya sea que las firme con otro nombre.
Es incongruente que yo viva hoy, en el plano de los pensamientos,
como en los siglos IX, X y XI, pero transmito el 'savoir-faire' de esos
siglos. Como los de esa época, creo en un Principio superior y en
que hay un mundo visible y un mundo invisible, y que el iluminador es un
puente entre estos dos mundos. Es en virtud de esto que un iluminador puede
ubicarse y debe hacerlo.
Incongruente también porque trabajando habitualmente
para coleccionistas privados y no haciendo más que ejemplares únicos
transgredo la regla proponiendo una publicación de un Perceval
y la demanda del Grial iluminado, (Editions "Ipomée", Albin
Michel, 1997).
La razón de todo esto es que los iluminadores van
camino de desaparecer; iluminadores que tienen una verdadera filiación
transmitida por regulares según el modelo de todo arte sagrado,
arte sagrado que es, por esencia, esotérico.
Los racionales contemporáneos pueden pensar que
pertenecemos a un pasado primitivo, un pasado lleno de supersticiones.
Es cierto que hemos progresado en el plano tecnológico, pero pienso
que no ha habido progreso en el plano espiritual desde el siglo XI.
1 - Prólogo
La iluminación es hoy un arte pasado de moda y
frecuentemente olvidado del gran público. En efecto, aparte algunos
coleccionistas privados, no se encargan libros iluminados. Los raros iluminadores
que existen continúan sin embargo perpetuando y transmitiendo su
arte.
No evocaremos aquí la historia de la iluminación
ni las diferentes escuelas. Se tratará simplemente del testimonio
de un artesano intentando hacer que viajéis al mundo del arte del
iluminador.
Si fuese necesario hablar de este arte, diríamos
que el iluminador, artesano de luz que trabaja en la sombra, va camino
de desaparecer. Su arte, que viene de los orígenes de los tiempos
por una transmisión ininterrumpida de maestro a discípulo,
corre el peligro de terminarse con la desaparición de esos dinosaurios
que son los iluminadores. Si se rompiera un eslabón todo se habría
perdido para siempre, y el lector de mañana miraría entonces
las iluminaciones como imágenes que encierran un misterio inaccesible;
sería separado en cierta manera de una vía que puede llevarle
de nuevo a sus propios orígenes.
La iluminación tiene ese poder de llegar a lo más
profundo de nosotros ya que:
- participa de este mundo y del otro,
- es el punto de unión entre lo visible y lo invisible,
- es un camino que permite instaurar un diálogo
entre el hombre y Dios; Dios contemplado como Principio de todas las cosas.
Sea cual sea la sensibilidad con la que el lector aborde
la iluminación, ésta debe operar en lo más
profundo de nosotros una transformación, una transmutación.
Para que llegue a ser operativa, hace falta que el lector sea como los
niños que miran las imágenes de un libro y sueñan
en un pequeño detalle. El niño entra entonces en un imaginario,
en otra realidad.
La iluminación, como los sueños, nos revela
secretos; nos hace entrar en nuestro mundo interior, en nuestro imaginario,
con claves, enigmas sobre nosotros mismos que nos es preciso descifrar
y resolver; como la música, la iluminación nos hace participar
en una armonía interior.
Así, la iluminación nos arrastra al mundo
de la emoción pura, de la imaginación pura. Puede tener esta
función ya que:
- la iluminación es luz (illuminare),
- es manifestación del grado de realización
espiritual del artesano,
- es manifestación de su iluminación interior,
visión extática de otro mundo, de un estado espiritual que
el iluminador ha alcanzado por su arte; arte que es una verdadera demanda
mística, demanda iniciática, búsqueda del camino que
lleva a la perfección, que no tenemos la pretensión de poder
alcanzar pero hacia la que tendemos como hacia un absoluto.
Veamos varias interpretaciones de la palabra iluminador,
mirando cómo ella está formada:
1 - Lumen, en latín = luz.
Mineur: ministro en tanto que servidor.
El iluminador (enlumineur en francés) sería
pues el servidor de la luz.
2 - Lumen: luz
Mineur, en el sentido de mineral, de minero;
el iluminador sería pues el que cava para encontrar la luz, el que
desciende al fondo de la tierra para encontrar la luz escondida.
3 - El mineral nos remite también al hombre
de barro, el hombre rojo, el Adán, al hombre de los orígenes,
uniendo en cierta manera al iluminador con los tiempos del comienzo.
4 - Otro aspecto de la palabra Iluminador aparece
cuando se consideran las letras L M N, que, en el orden mismo del alfabeto,
formaban parte de las ciencias tradicionales a descifrar:
L |
M |
N |
Luz |
Muerte iniciática |
Nacimiento |
Logos |
|
|
Libro |
Materia |
Naturaleza |
Talón que permite medir
el espacio |
Madre |
|
|
|
|
La palabra iluminador podría pues igualmente significar,
la luz que siembra la madre Materia para dar a luz a la naturaleza,
un nuevo nacimiento.
2 - El problema de las filiaciones
En la iluminación, se puede considerar que existe
por un lado la materia y la forma y por otro el espíritu y el fondo.
- La materia es lo que se adapta según
la civilización y las épocas. La forma exterior no tiene
ninguna importancia para el iluminador.
- El fondo es lo que es arquetípico, lo que viene
transmitido por la ciencia sagrada.
Para los investigadores contemporáneos es difícil
establecer las filiaciones de las diferentes escuelas de iluminadores ya
que no pueden apoyarse más que en la forma exterior. Por ejemplo
en la manera de hacer los pliegues de un vestido o en la manera de hacer
las ornamentaciones.
Difícil, ya que la verdadera filiación se
hace por el fondo, es decir por una transmisión de la ciencia iniciática
y por un rito, lo que desorienta a los investigadores. Puede, por ejemplo,
haber dos iluminadores, uno en España y otro en Holanda, cuyas formas
de expresión exterior son completamente diferentes pero que pertenecen
de hecho al mismo rito, a la misma filiación.
En efecto, el iluminador que viaja y que ha llegado a
un cierto grado de maestría de su arte, quiere fundirse en el alma
del país en el cual va a trabajar; para ello hará iluminaciones
según los estilos que convienen a la mentalidad de las personas
a quien se dirige.
Si puede hacerlo es por que de hecho se remonta en consciencia
a la tradición primordial, única, de la cual las formas son
simplemente otras tantas expresiones diversas, adaptaciones a las condiciones
mentales particulares, de acuerdo a las circunstancias determinadas de
tiempo y de lugar.
Podrá servirse de una u otra de las formas de estilo
para traducir mejor un pensamiento de una civilización, de un país;
y es legítimo que pueda hacer uso de las diferentes formas puesto
que, partiendo de su principio común, conoce realmente la equivalencia.
Se comprende así las dificultades de los especialistas
para establecer una historia de la iluminación, ya que haría
falta para ello que entrasen en una escuela iniciática de iluminadores.
¡Ay!, la mayor parte de esas escuelas han desaparecido, la cadena
se ha interrumpido.
3 - ¿Cómo se llega
a ser iluminador? Mi historia
Coreógrafo de teatros y de bailarines estrellas
de renombre internacional, se me planteó un problema de cara a mis
creaciones coreográficas. Encontraba que el mensaje que hacía
llegar a través de mis ballets era insuficiente.
Comencé entonces a interesarme por las danzas tradicionales
para hallar una fuente de inspiración. Abordé así
el estudio de la gesticulación en las danzas sagradas del Mediterráneo,
gestos que narran los mitos y que llevan al bailarín a trances extáticos.
A través del baile, me interesé en la gesticulación
de los iluminadores. Delante del misterio de esas imágenes del pasado,
tuve sed de comprender esos gestos fijos de un ritual olvidado.
Mi amor por el arte de la iluminación creció
y comencé mi búsqueda para hacerme iluminador.
La tarea era más difícil de lo que pensaba.
Dondequiera que me volvía, veía pintores, ilustradores, artistas
de talento que copiaban iluminaciones en el estilo de tal o cual época,
pero mi desesperación aumentaba pues no encontraba maestro que pudiese
enseñarme.
Por fin, en Nápoles, reconocí al Maestro.
Intenté unirme a él; fue difícil convencerle.
Mis primeros trabajos: escobar la sala de dibujos, desleír
las tintas y los pigmentos, y preparar los pergaminos a fin de adquirir
los conocimientos elementales que son la base de la ciencia. Progresivamente,
como un celebrante, los gestos participaban del espíritu.
Estudié la geometría, y aprendí que
lo que llaman geometría es la filosofía ("que nadie entre
aquí si no es geómetra"). Por fin abordé los textos
sagrados: la Biblia, el Corán, los escritos de los
Padres de la Iglesia, el Zohar, etc.
Así se me ha comunicado los secretos, y he comprendido
que la garantía de nuestro secreto reside en nuestra ciencia misma.
No basta con hacer investigaciones históricas o científicas
para adquirir esta ciencia, debemos comprendernos, y no podemos hacerlo
más que teniendo la inteligencia natural necesaria, es decir la
cualificación interior, la inteligencia espiritual y la voluntad
de realizar los trabajos preparatorios.
El antiguo valor de la palabra ciencia se halla en consciencia.
Todo gesto de un oficio tradicional es un gesto ritual.
Este gesto de oficio, cuanto más perfecto es, más se acerca
a un arquetipo divino, al gesto mismo de aquel que ha construido el universo.
Así, el iluminador, en nombre de su progresiva
realización espiritual interior, perfecciona su gesto. Glorifica
el trabajo pero él mismo es glorificado por el trabajo.
4 - La geometría
El iluminador construye sus imágenes partiendo
del rectángulo de oro, el "rectángulo divino" que es el libro
abierto, y de su propia medida (ver plancha), de la misma manera que se
construían las pirámides y las catedrales. El templo vivo
que es el cuerpo humano es la base misma de esas construcciones.
5 - La perspectiva
La persona que mira una iluminación se sorprende
a menudo por la forma extraña de los objetos situados en un espacio:
- sea porque parecen vistos de varios lados a
la vez,
- sea porque parecen inestables y el espacio no tiene
frecuentemente profundidad, o tiene poca,
- si se examina los cuerpos, las caras, están
a menudo representados de una manera que parece torpe; pero, por otra parte,
se constata tantas calidades artísticas y técnicas que difícilmente
se puede considerar que los iluminadores no saben pintar y que sus obras
son el resultado de un arte primitivo.
Así el espacio no es una ventana por la cual la persona
que mira debe penetrar, como en la perspectiva lineal, en un mundo representado,
sino que el espacio es un lugar de presencia, un mundo que resplandece
y en el cual el espíritu humano está inmerso.
El mundo irradia entonces hacia aquel que se abre para
recibirlo. Cada objeto, cada personaje, no estando sometido al constreñimiento
de la perspectiva lineal, puede entonces resplandecer según su poder
o su autoridad espiritual.
6 - El trabajo
Cuáles son las herramientas:
- El pergamino,
- las tintas (una de ellas fabricada a partir de espinas
de acacia recolectadas en una fecha precisa y llamada VITRIOL),
- la pluma de ganso, el cálamo,
- los pigmentos, realizados a partir de tierra, de vegetales,
de animales a menudo oriundos del país de donde viene la leyenda,
- las colas,
- el oro (el polvo de oro, o "reunir lo disperso").
7 - El Grial
El Perceval, texto medieval de Chrétien
de Troyes, de un anónimo y de Robert de Boron, editado hace unos
meses, me ha requerido dos años y medio de trabajo.
Este texto ha sido elegido porque puede dirigirse lo mismo
a los niños que a los adultos. Los niños son transportados
al mundo de la aventura a través de los caballeros de la Tabla Redonda
y sus combates. Los adultos, bajo la aparente sencillez del texto, pueden
hallar un sentido superior que transmite la ciencia sagrada. Mi papel era
dar claves por medio de las iluminaciones, iluminar el texto para que éste
vuelva a ser
Verbo vivo
Palabra de Luz
La Luz y la Palabra, en el Génesis y en
el Prólogo del Evangelio de Juan, son los dos aspectos del
hálito creador original de Elohim.
La iluminación tiene por función restituir
al texto la Luz, para darle su papel de Verbo.
8 - Conclusión
Desde generaciones, la tradición de lo escrito
ha movido a los artistas hacia una obra de iluminación de un mensaje
espiritual.
Tal es la transmisión del iluminador que, desde
la primera letra sobre el papiro o el pergamino, traza la imagen que va
a presidir la lectura del texto.
Después, en el fuera de texto, la página
entera le es ofrecida para la creación pura: colores, trazos, oro
y plata van a tocarse y reconocerse a fin de hacer cantar a esta cosmogonía
donde la armonía y la estética serán los maestros
de obra de lo imaginario.
Para el lector, basta penetrar en la contemplación
de los símbolos, y el texto se iluminará. El libro vendrá
a ser Verbo vivo en lo más profundo de su corazón, de su
Santo Grial, que llevamos en cada uno de nosotros.
Mi papel de iluminador, por modesto que sea, es trabajar
con todos los artistas del libro (escritores, encuadernadores, editores
...) para volver a dar a nuestros contemporáneos las claves que
les permitirán realizar una verdadera búsqueda del ser.
El iluminador permite al lector partir hacia un verdadero
viaje espiritual.
Como lo hemos visto, el lector penetrará por la
geometría en un espacio de proporciones divinas, espacio sagrado
en el cual el viaje interior que el lector emprenderá será
un viaje celeste, según una geografía sagrada, según
una cosmografía sagrada.
Liberado del tiempo y del espacio profano, el lector será
sumergido en su original, ligándolo así al principio de todas
las cosas.
Traducción:
Miguel A. Aguirre
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