Sobre Adrian Snodgrass ver aquí:"El simbolismo astronómico en la arquitectura del Cercano Oriente". El presente apartado pertenece al capítulo 30, "El simbolismo de la Residencia de la Luz china", de su obra Architecture, Time and Eternity, studies in the stellar and temporal symbolism of traditional buildings. Volumen 2. Aditya Prakashan, New Delhi 1990.
Antología de Textos Herméticos
LA RESIDENCIA DE LA LUZ Y EL DIAGRAMA DEL NUMERO LO-SHU
ADRIAN SNODGRASS

Yu el Grande dividió China en nueve cuadrados de acuerdo al modelo que le fue revelado por una tortuga1 que emergió de las aguas del río Lo, esta tenía una inscripción en el dorso con un diagrama consistente en nueve cuadrados, cada uno de ellos conteniendo un número (fig. 60)2. Este diagrama se llama el Lo-Shu, "la escritura del río", por el nombre del río del cual emergió la tortuga.


Fig. 60. El diagrama Lo-shu y su contraparte celeste.

El Lo-Shu es una imagen del cosmos expresada en números3. Su característica más impresionante es que la suma de los números en cualquiera de las filas, columnas o diagonales es 15, que es el número de la Unión del Cielo y de la Tierra a través del Tao, el supremo Principio.4

El plano de los nueve espacios en el Ming Tang (palacio del Emperador Chino, la Residencia de la Luz)5 es un mándala Lo-Shu. Cada uno de los nueve espacios está asociado con el número correspondiente del Lo-Shu, así es que el edificio incorpora la simbólica del número del diagrama. Los números del Lo-Shu6 son reflejos de la estructura celeste en el nivel terrestre; son una semejanza en el nivel terrestre del patrón numérico que ordena las regiones trascendentes. Este orden celeste se expresa en un arreglo complementario de números (fig. 60), en el cual el cuadrado central contiene al número 6, el número del Cielo, cuando en el centro del Lo-Shu se encuentra el número 5, el número de la Tierra.7 La suma de 5 y 6 es 11, que es el número del "rayo luminoso" que conecta los mundos.8 Los dos números, 6 y 5 deben ser considerados como superpuestos, localizados en lo más alto y lo más bajo del eje del universo, en posiciones de complementarios polares, Cielo y Tierra. Siguiendo este paradigma, los números que corresponden a cuadrados que se sitúan uno sobre otro en los dos mándalas, suman 11 en todos los casos, de manera que cualquier división del mándala terrestre refleja una contraparte celeste por el rayo que conecta los dos niveles. Además las filas, columnas y diagonales del mándala de arriba suman 18, que es 3 veces 6, el número del Cielo; mientras que 15, el número equivalente en el diagrama Lo-Shu, equivale a 3 veces 5, el número de la Tierra.9 El mándala de abajo es una inversión del de arriba, ejemplificando el principio simbólico de que un cambio de nivel conlleva una relación inversa:10 en el Lo-Shu los números impares están en una dirección cardinal y los números pares están en las esquinas, mientras que en el mándala de arriba esta relación es al contrario, de manera que los dos mándalas están hechos de parejas de números pares e impares superpuestos.11

Juntos, los mándalas superpuestos, forman una imagen del universo en su totalidad, incluyendo las dos regiones del Cielo y la Tierra. Dan una indicación precisa de la imbricada y recíproca interacción de los Agentes Celestes y Dominios, los llamados seis tsong que descansan en las Nueve Regiones Celestes, y los Agentes Terrestres y Dominios, los cinco hing que descansan en las Nueve Regiones de la Tierra.12

La relación entre los dos mándalas está expresada en un antiguo instrumento chino utilizado para varios propósitos rituales, incluyendo los del emplazamiento y orientación de un edificio. Consiste en dos tablas pivotando independientemente una sobre la otra en una vara central. La tabla de arriba era circular y hecha de madera dura (yang), la tabla de abajo era cuadrada y hecha de madera blanda (yin). Ambas tenían inscritos los signos clasificatorios de los ciclos, los meses, las constelaciones y el arreglo de los trigramas que hizo el Rey Wen. Así como estas dos tablas de este implemento adivinatorio, los mándalas de números superpuestos deben ser considerados como rotando alrededor de su eje común13 de manera que los números formen una relación siempre-cambiante, expresando la siempre-cambiante interacción de las influencias de Cielo y Tierra.14

El arreglo de los números en los dos diagramas se relaciona directamente con los ciclos del tiempo.15 En el diagrama Lo-Shu por ejemplo, los brazos del mándala forman pares de números, dos de los cuales, 9 - 4 y 7 - 2, son complementarios a los otros, 8 - 3 y 6 - 1 (ver fig. 61).


Fig. 61. La svastika formada por los números del diagrama Lo-shu.

Estos se combinan para dar números cíclicos: 94 + 72 = 216,* y 83 + 61 = 144, dando un total de 360, el número de días en el año chino,16 dividido en una proporción de 3 : 2, la del Cielo y la Tierra.17 De forma similar, la suma de los números de la periferia del mándala celeste (72 + 83 + 94 + 105) es 354, el número de días en el año solar-lunar. Sumando el 6 del centro, otra vez tenemos 360 y, si 6 sustituye al par congruente 6 - 1, esto es 61, también podremos obtener un número total de días en el año solar incluyendo los intercalados: 61 x 6 = 366. Lo mismo si 6 equivale a 60 (= 12 x 5), obtendremos el número de días que en un periodo de cinco años deben dividirse entre los dos meses suplementarios.18

Traducción: M. Correa


BIBLIOGRAFIA CITADA

Granet, 1950.
Marcel Granet, La Pensée Chinoise. París. Albin Michel, 1950.

Guénon 1957a.
René Guénon, La Grande Triade. Paris. Gallimard. 1957.

Guénon, 1957b.
René Guénon, Les états multiples de l'Etre. Paris. Les Editions Véga. 1957.

Maspero, 1948.
Henri Maspero, "Le Ming Tang et la crise religieuse chinoise avant les Han". Mélanges Chinoise et bouddhiques, 9, 1-71, 1948.

McCafferty, 1952.
Triadic Concepts in Religious Thought. Unpublished. Ph. D. Thesis, University of California 1952.

Snodgrass 1985.
Adrian Snodgrass, The Symbolism of the Stupa. Southeast Asia program, Ithaca, New York, Cornell University, 1985. Rpr.1988.

Soohill, 1951.
W. E. Soothill, The Hall of Light. London. Lutterworth, 1951.



Antología

NOTAS
1 Yueh Ling, ver Soohill, 1951, 25-26 y 34-35.
2 En la mitología China la tortuga es una mensajera que comunica el deseo del cielo a los hombres. Es una Imago mundi: su concha es redonda por encima, como el cielo, y plana por debajo, como la tierra. Viviendo en medio de estas dos, la tortuga se corresponde con el término intermedio de la Gran Tríada, el Hombre, y por tanto a menudo figura como el mensajero del cielo, tal como en este Mito de la revelación del diagrama Lo-shu. Ella enseñó a Nu-Kua cómo construir diques para contener el agua cuando ocurrieron las inundaciones en el mundo. Nu-Kua le cortó los pies a la tortuga, los que representan las cuatro direcciones del espacio, y los colocó como cuatro pilares que sostuvieran el cielo. La tortuga es el soporte del universo y asegura su estabilidad: las islas de los inmortales flotaban de forma errática sobre las aguas, hasta que quedaron sujetas a los dorsos de las tortugas. Una tortuga aguanta el Pilar de Cielo que había sido derribado por Kung Kung, líder de la tribu de los Titanes. Estas asociaciones se trasladan a las formas arquitectónicas: los pilares de las tumbas imperiales se aguantaban sobre los dorsos de las tortugas hechos en piedra, y lo mismo ocurre con el soporte de las estelas. Debido a su significado, como símil del universo, la concha de la tortuga se utilizaba para ritos predictivos en la vieja China.
3 En el concepto chino del número, este no es simplemente una cuestión de numeración cuantitativa, sino una construcción simbólica para la representación de realidades pertenecientes a dominios que descansan más allá de las limitaciones de la cantidad y de la medida. En la tradición china, el número pertenece a la cualidad; expresa los principios de un orden supra-mundano. Los números eran símbolos de las combinaciones y acciones recíprocas de Cielo y Tierra.
4 15 es el número del Tao porque, cuando se observa desde su principio, es la suma del 5, el número del Cielo y 10, el número de la Tierra; o alternativamente, cuando estos números se observan en su significado cosmológico como perteneciendo a la posición de centralidad y como resultante de un intercambio hierogámico, es la suma de 10, número del Cielo, y 5, el número de la Tierra. En cualquier sentido en que se interpreten los números, 15 es el número de la unión del Cielo y la Tierra dentro del Tao, el Principio superior, que incluye ambas, la Gran Unidad, T'ai I, y el No-Ultimo, Wu Chi.
5 Sobre el Ming Tang ver Soothill, 1951; Granet, 1950, 102ss., 178ss., 318ss.; Guénon 1957, 135ss.; McCafferty, 1952, 178ss. Un seguimiento histórico se da en Maspero, 1948. [El simbolismo del número incorporado en el Ming T'ang se explica en otro apartado de este mismo acápite (N.del T).] El carácter ming, en Ming T'ang, comprende el carácter del "sol" y de "afirmar", eso expresa la luz en su total manifestación, tanto directa como reflejada. La luz en ella misma es esencialmente Yang, pero para manifestarse debe adoptar dos aspectos complementarios que son yang y yin uno con respecto al otro, y corresponden respectivamente al sol y a la luna. Ver Guénon 1957, 139s., Soothill 1951, 78.
6 La simbólica del número en el Lo-Shu y su diagrama numérico complementario, el Ho-t'u, la analiza Granet, 1950, 177 s. Las indicaciones que aquí se dan, que principalmente derivan de Granet, dan cuenta muy someramente de uno o dos aspectos pertenecientes al simbolismo temporal. El tema es casi inagotable en sus ramificaciones.
7 Según el I Ching los números pares pertenecen a la tierra y los impares pertenecen al Cielo. La Unidad como principio de todos los números, no cuenta ella misma como número: El número 1 representa el T'ai Chi, la Gran Cumbre, que se establece por encima de la distinción entre Cielo y Tierra, siendo su común Principio. Siendo esto así, el 2, como primer número par, es la expresión numérica más perfecta de la Tierra, y 3, como primer número impar excluyendo el 1, es el número que más perfectamente expresa la naturaleza del Cielo. En la aparente contradicción de atribuir los números pares a la Tierra y los impares al Cielo, el número 5 pertenece a la Tierra y el número 6 al Cielo. Este es un ejemplo del "intercambio hierogámico" de los atributos de los dos principios complementarios (ver Granet, 1950, 154-155 y 198-199; Cf. Guénon 1957a, 76).Vistos separadamente y en su propia naturaleza Tierra y Cielo son 2 y 3, pero en su recíproca acción y reacción son 5 y 6. 5 es la suma de 2 y 3 (2 + 3 = 5) y 6 es su multiplicación (2 x 3 = 6); en el primer caso, la Tierra es considerada en su unión con el Cielo: por la acción del Cielo sobre la Tierra el número celeste 3 simplemente viene a ser añadido al número terrestre 2, porque su acción es una "acción de presencia", designada como wei wu wei "actividad inactuante", similar, como se dijo antes, a la influencia de un catalizador en una reacción química. El caso de la multiplicación (2 x 3 = 6), sin embargo es la acción de la Tierra sobre el Cielo, de manera que el Cielo en unión recibe la influencia de la Tierra; aquí el número terrestre 2, multiplica al celeste número 3, porque la Tierra como potencialidad de la Substancia es la verdadera raíz de la multiplicidad.
8

El número 11, suma de 6 y 5, números del Cielo y la Tierra, tiene un rico significado simbólico. Los primeros cinco números pares (2, 4, 6, 8 y 10), sumados dan 30 (= 5 x 6) y los primeros cinco números impares (1, 3, 5, 7 y 9) suman 25 (= 5 x 5). Esta oposición de los números yin y yang en los primeros diez números, lo que puede ser considerado como representativo de todas las series numéricas, está simbolizada por la relación del 6 y el 5 cuya suma es 11. También la suma de los diez primeros números es 55 que equivale a 5 x 11. Empezando desde el 6, que puede identificarse con 105, ya que este incluye al 1 y al 5, la siguiente serie se obtiene por adición de 11: 6, 17, 28, 39, 50, 61, 72, 83, 94, 105, resultando ocho números que pueden ser opuestos dos a dos de manera que su diferencia sea igualmente 55 (ver fig. A). Esta serie tiene otra cualidad: los cuatro pares de números se pueden arreglar de manera que formen cuatro pares que sumen 100, el número de lo completo – estando los números en el mismo orden que tienen en la serie numérica de más abajo (fig. B). Los cuatro números más altos de estos dos ejemplos son remarcables porque cada uno de ellos se escribe con un par de números congruentes (61, 72, 83, 94, 105), que son precisamente los números que forman los brazos de la svastika en el mándala de los 9 cuadrados (fig. C).


 

9 La relación celeste-terrestre de los dos mándalas está más que demostrada por el hecho de que la suma de los números en el Lo-Shu y su contraparte son 45 (= 3 x 15) y 54 (= 3 x 18); respectivamente, los números 15 (= 3 x 5, el número de la Tierra) y 18 (= 3 x 6, el número del Cielo), siendo estos la suma de las filas, columnas y diagonales en los dos mándalas.
10 Ver p. 108.
11 Muchas otras interesantísimas relaciones entre los dos mándalas son analizadas en Granet, 1950, 200.
12 Ibíd., 200.
13

Este movimiento está implícito en que la disposición de los números de los dos mándalas es la de la esvástica, que en China, como en India y como en cualquier parte indica el movimiento alrededor del eje. Ver Granet, 1950, 201, Snodgrass 1985, 82 s. Las sumas de los números en los pares de brazos opuestos de la svastika, p. ej., 4+9+5+1+6, 2+7+5+3+8 y 7+2+6+10+5, 9+4+6+8+3 son 25 (= 5 x 5) y 30 (= 6 x 5) respectivamente, una vez más evocando los números de la Tierra y el Cielo (fig. D).


 

14 Las influencias del Cielo descienden hacia la Tierra; las influencias de la Tierra ascienden hacia el Cielo; las influencias ascendentes y descendentes se interpenetran en un flujo constantemente cambiante. (Sobre corrientes compensadas, ver Snodgrass, 1985, 295 ss.) El modelo de la mutua interpenetración de las influencias terrestres y celestes está constantemente cambiando. Sin embargo hay tiempos de congruencia, cuando los números terrestres y celestes coinciden, cuando cada número en el nivel terrestre está directamente debajo de su contraparte suprema, que es con la que suma 11, el número de pasaje de una realidad a otra. Estos son los momentos propicios donde cada punto es el punto, formando el centro, lugar de unión entre Cielo y Tierra. En otros tiempos cuando la rotación de los planos superpuestos separa los números congruentes, el número 5 y el 6 continúan fijos uno sobre otro. La unión de Cielo y Tierra está realizada eternamente en el centro.
15 Las ramificaciones de esta relación son prácticamente ilimitadas y para trazarlas se requeriría un estudio por separado. Algunos otros ejemplos se dan en Granet, 1950, 176 ss.
* N. T. El resultado es de 166. Falta el valor 50, en la edición india del original, para llegar al total de 360. (Ver más abajo la nota 18 y en esta Antología el texto de Marcel Granet, especialmente sufig. 22).
16 El año chino tiene 360 días más 6 intercalados.
17 Granet, 1950, 204.
18 En un análisis complementario sobre el mándala terrestre con el 5 en el centro obtenemos 94 + 61 = 72 + 83 = 155; y (2 x 155) + 50 = 360. En este el número 50 es, por supuesto, el número del centro. De forma similar en el mándala celeste con el 6 en el centro, 72 + 105 = 94 + 83 = 177, y (2 x 177) + 6 = 360.